martes, marzo 20, 2007

El Muñeco "Chillón"

ERASE UNA VEZ...

Un muñeco chillón que vivía en un cuarto de juegos infantil.


Los soldados de plástico vivían en su acuartelamiento de madera. Los vaqueros y los indiios compartían fortín.

Los muñecos transformables, los bolos, los palos de golf en miniatura; los peluches con sonido, los volantes de guiar coches sin coche; la moto ultra-rápida con su manillar a distancia, los dinosaurios rugidores...

todos, todos los juguetes que no tenían un sitio a propósito, vivían en cálidos arcones de madrea o cestas de tela, cómodos y suficientemente aireados.

Todos... menos el muñeco chillón, que vivía un tanto lejos y olvidado, sujetando los libros de cuentos de la estantería más alta del cuarto.

El muñeco chillón había sido-hacía mucho, mucho tiempo- el jueguete más sofisticado que poseyó Chemo: con sólo darle a un botón, contaba cuentos, chistes y mentiras:

.- "Como no estabas-decía el muñeco, cuando Chemo pulsaba un botón- me fuí a Venus: a luchar contra una invasión de terrícolas. ¡¡FIU, FIIIIIU!!, volaban las naves, dejando caer bombas terroríficas..."

Chemo se reía y le decía al muñeco que todo eso eran mentiras... y el muñeco, en su papel, prometía que todo era verdad.

El muñeco, además, retaba a Chemo a gritar más alto y más fuerte. Y hubo días que la mamá de Chemo tenía que pedirles a los dos que dejaran la competición antes de volverla loca, junto a todos los vecinos.

El muñeco provocaba a Chemo con sus "eres más tonto que un grano en la nariz". Y Chemo, muerto de risa, le amenazaba con ponerle los calzoncillos sobre la cabeza (cosa que el muñeco no soportaba: entonces, invariablemente, amenazaba con decírselo a la mamá).

Chemo no tená hermanos, de modo que el muñeco se convirtió, durante un tiempo, en un pseudo-pariente del niño. Quizás como otros imaginan amigos invisibles o públicos fantasmales...

Chemo terminó prefiriendo la compañía y los juegos con la mamá... y el muñeco chillón fue quedando olvidado. Y relegado a un estante abierto, sin más compañía que alguna mota de polvo posada sobre los silenciosos libros que ayudaba a mantener en pie.

Un día, la mamá de Chemo decidió que había llegado la hora de hacer limpieza: tantos juguetes rotos por falta de uso ... algunos a los que Chemo no prestaba la menor atención... y Chemo quiso ayudar:

.- Verás, Chemo-le dijo la mamá- muchos de estos juguetes ya no te interesan. Pero hay muchos niños que serán felices jugando con ellos. ¿Te parece bien que los regalemos?.

.- ¡Sí, mami!. ¿Tú crees que los juguetes se molestan si no juego con ellos?

.- No sé, hijo-dudó la mamá- pero estoy segura de que algo deben sufrir... incluso deben tener celillos de los otros juguetes con los que juegas. Al fín y al cabo, tú y yo sabemos, que los jueguetes salen de sus estantes y cajas por las noches, y hacen fiestas y charlan entre ellos...

.- ¡Bah, mamáaaaaaa!. Eso no es verdad...

.- Chemo: ¿ves el viento?

.- No, mami.

.- Pero lo notas cuando se te posa en la cara, ¿verdad?

.- Sí...

.- Si sabes que el viento existe, aunque no lo veas, quiere decir que hay muchas cosas que están, aunque tú no las veas... como las fiestas nocturnas de los jueguetes.

Y Chemo se quedaba mirando a su madre, con expresión de absoluta incredulidad, pero meditando un poquito...

.- Mamá: ¡regala el muñeco chillón!. No lo quiero.

.- ¿Por qué, Chemo?. Te divertía mucho jugar con él...

.- Pero ya no... insulta y cuenta mentiras.

.- A ver hijo: el muñeco hace exactamente lo que tú esperas; lo que a tí te divierte... ha nacido para eso. Que a tí no te haga gracia ahora, que ya eres mayor, no es culpa del muñeco...

.- ¡Es que ya no me gusta!

.- Mírale: ahí en el estante, sujetando libros. A mí me da pena que no le des las gracias por tantos ratos divertidos que te ha regalado.
Los humanos olvidamos pronto los favores, los regalos... o terminamos por exigir aquéllo que se nos dio gratis en un momento de necesidad. Convertimos en obligaciones, en deberes, lo que no fue sino generosidad.
Chemo... acuérdate de lo buenos ratos que pasaste gracias a él.

.- Que sí mamá... pero eso ya pasó.

.- Bueno: vamos a hacer una cosa... el muñeco vivirá con nosotrs un poquito más. Dentro de unos días, veremos qué hacemos con él. ¿De acuerdo?

.- Vale...

Uos días después, el muñeco chillón vivía estantes más abajo: junto a una casa-cuento, una espada láser, un muñeco guitarrista y un tren con sonidos. Y Chemo recordó lo que era jugar con él.

Chemo preguntaba a su mamá si los jueguetes que habían regalado eran felices con otros niños. Y la mamá le aseguraba que sí: "un juguete sólo es feliz en brazos de un niño... no en un cajón, muerto de aburrimiento y olvidado".

El muñeco chillón se quedó. Y la mamá, mientras le libraba del polvo, le miraba la cara de plástico... y habría jurado que se le había ensanchado la sonrisa.

"¡Pues no diría que me acaba de guiñar un ojo...!"

FIN

Junio

Holaaaaa ... Soy Pilar Lozano Santos
Mi trabajo y mi tiempo de ocio dependen de mi pc: Si debo elegir, prefiero que se me funda la lavadora antes que el ordenador.

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